Todos tenemos amigos o familiares con los que podemos hablar, colegas que usamos como cajas de resonancia, todos los cuales pueden ser útiles, pero rara vez pensamos en términos de las funciones específicas que estas diversas personas desempeñan en nuestras vidas. La mayoría de nosotros necesitamos tres tipos de apoyo muy diferentes: un cerebro para hurgar, un hombro sobre el que llorar y una patada en los pantalones.
Necesitamos un cerebro que elija cuando queremos consejo, cuando hay que tomar decisiones difíciles, cuando necesitamos resolver un problema, cuando queremos elegir entre varias alternativas o cuando deseamos compartir una responsabilidad. ¿Quiénes son las personas que podrían realizar esa función? Son aquellos cuya forma preferida de relacionarse con los demás es a través del pensamiento. Son los clarificadores. Tienen la capacidad de comprensión. Deben ser personas cuyas mentes respetes y que puedan articular bien sus pensamientos. Siempre que creas que dos cabezas piensan mejor que una, elige un clarificador que te ayude a pensar. Sea específico acerca de sus objetivos y el resultado esperado.
Necesitamos un hombro en el que llorar (o al menos apoyarnos), cuando no necesitamos un consejo sino que queremos que alguien nos escuche sin decirnos lo que deberíamos haber hecho o podríamos haber dicho. A veces necesitamos a alguien con quien podamos ser vulnerables, confundidos o poco racionales, y que no piense menos bien de nosotros por ser así. Muchos de nosotros tenemos problemas para compartir nuestras cargas con los demás, temerosos de ser aburridos, imponentes, ser vistos como inadecuados, incompetentes o demasiado dependientes. Cuando necesitamos un buen llanto o simplemente alguien que se siente y escuche pacientemente nuestros problemas, debemos encontrar un consuelo. Son aquellas personas cuya principal forma de funcionamiento es a través de los sentimientos. Tienen la capacidad para la intimidad. Reconocerá a los consoladores por su disponibilidad y sus actitudes sin prejuicios. Es importante que pueda confiar en que esta persona no usará la información en su contra. Poder hablar y que alguien escuche puede ser suficiente.
La tercera función que a veces podemos necesitar en nuestras vidas es una patada en los pantalones. Esto es cuando estamos listos para ceder o rendirnos cuando necesitamos ser redirigidos o desafiados. Una patada en los pantalones de la persona adecuada en el momento adecuado, y de la manera correcta, nos pondrá en marcha nuevamente en nuestro intento de dominar nuestro entorno, nuestro trabajo, nosotros mismos. Las personas que mejor pueden hacer esto, que nos dicen: vamos, tú puedes; levántate y ve a por ello son los confrontadores. El modo preferido de los confrontadores es a través de la actuación. Tienen capacidad de asertividad y poca tolerancia a la ambivalencia o la procrastinación. Estarán por ahí empujándose a sí mismos y a otros para seguir adelante. Cuando necesita un confrontador, pide una charla de ánimo, explicando por qué lo necesita.
Mientras que el que confronta nos ayudará a actuar (o a actuar juntos), el consolador nos ayudará a lidiar con nuestros sentimientos y el que aclara nos ayudará a pensar mejor. Nos corresponde a nosotros buscar a las personas que mejor puedan desempeñar estas funciones y pedirles que lo hagan. Cada uno tiene diferentes capacidades y nos evaluará con un conjunto diferente de criterios. Rara vez encontraremos los tres atributos en un solo ser humano. Es importante encontrar personas que puedan cumplir las tres funciones. Deténgase un momento y anote los nombres de las personas a las que puede llamar cuando necesite un cerebro, un hombro o una patada.
Además de las personas que pueden sernos útiles, pertenecer a una organización, un club o un grupo de compañeros también puede desempeñar un papel importante en nuestras vidas. Estos grupos están formados por personas que comparten intereses similares o posiciones similares y pueden ser recursos potenciales para obtener información o referencias. Son indispensables porque permiten que las personas vean que no están solas frente a problemas particulares, que hay otros como ellos, luchando con los mismos problemas y dispuestos a ayudar.
Siempre que las personas se reúnen para discutir asuntos de interés mutuo, todos se benefician del intercambio porque se encuentran nuevas soluciones y el compromiso es mayor cuando las personas participan en las decisiones que les afectan. La existencia de algunos comités, aunque no sea evidente para los miembros, a veces no tienen otro propósito que reafirmar las metas, objetivos y valores de la organización y permitir que las personas estén juntas, intercambien ideas y puntos de vista y se apoyen mutuamente. No solo todos necesitamos la ayuda de los demás, también necesitamos estar allí cuando las personas nos necesitan para aclarar, consolar o confrontar. ¿En cuál eres mejor?
Natasha Josefowitz es autora de más de 20 libros. Actualmente reside en White Sands Retirement Community en La Jolla.